El poder del perdón: soltar el pasado para vivir con alegría y sentido

Una mirada profunda sobre el perdón como modo de superación personal y estrategias para renovar nuestra visión del pasado.

Andrea Lucia Ladrón de Guevara

5/7/20253 min read

El perdón es un aprendizaje fundamental de la vida, es tan importante que debemos aprenderlo como una experiencia de vida para vivir con mayor alegría, serenidad y sentido. Te invito a reflexionar conmigo sobre el perdón.

¿Te has quedado anclado a alguna experiencia dolorosa del pasado?

¿Qué situación necesitas perdonar para vivir con más alegría y ligereza hoy?

A lo largo de nuestra vida, todos hemos vivido experiencias que nos han causado dolor, tristeza o amargura, ya sea en la familia, con nuestros padres, hermanos, en la escuela, en la universidad, una ex pareja, en nuestro matrimonio. En más o en menos ocasiones, todos tenemos algo que perdonar: a otra persona o, incluso, a nosotros mismos, que muchas veces suele ser un proceso difícil de transitar y conseguir. Todos nos equivocamos, nadie es infalible, nadie es perfecto. Nos equivocamos por diversos motivos: falta de experiencia, inocencia, flojera, engreimiento, egoísmo o resentimiento.

¿Qué es perdonar?

Perdonar es liberar la experiencia, la ofensa o situación de dolor, del resentimiento o la necesidad de venganza hacia alguien que nos ha hecho daño, incluso cuando creemos que esa persona no lo merece, o cuando pensamos que lo hizo adrede, o que no hizo nada por repararlo o por cambiar la situación. Perdonar no es dejar de tomar acción, perdonar no significa justificar la ofensa, ignorar el daño o minimizarlo. No se trata de simplemente tratar de olvidar, o de no darle importancia, sino de elegir soltar el peso emocional que nos ata al dolor y al pasado con amargura.

Una frase que me encanta es:

¡Perdonar es recordar la ofensa como perdonada!

Es decir, sí, esto no estuvo bien, pero yo he perdonado. Te equivocaste, pero doy un voto de confianza en que si te lo propones puedes ser mejor. Si queremos y nos proponemos, todos somos capaces de mejorar.

¿De quien depende el perdón? ¿Del que perdona o del que pide disculpas?

Perdonar es un acto consciente y personal que no siempre requiere que el otro reconozca su error o se disculpe. Si la persona que ofendió se disculpa, esto puede facilitar el proceso de perdón, pero el perdón no depende de que el otro se arrepienta, el perdón depende de quien decide perdonar.

¿Qué pasa cuando no perdonamos?

Cuando vives una experiencia dolorosa y te aferras al resentimiento, a la amargura y la ira, se activa tu sistema de alerta, se elevan los niveles de cortisol, que es una hormona buena en su justa medida para concentrarse y para hacerle frente a los desafíos, pero cuando vivo constante en un ambiente hostil, cuando vivo constantemente en un estado de preocupación, de estar a la defensiva, el cuerpo y la mente se ven afectados: el estrés y la ansiedad se vuelve crónico. Aparecen una serie de problemas físicos como consecuencia de tu estado emocional.

Estrategias para vivir el perdón

A) Renovar la perspectiva del pasado

Y aquí te propongo mirar el pasado únicamente de estas tres maneras:

  1. Para agradecer: Reconocer que cada experiencia, buena o mala, si nos damos cuenta, todo en realidad nos hace crecer. Dar gracias por cada oportunidad de vida.

  2. Para tomar impulso: Reflexionar sobre lo vivido y aprender de ello para tomarlo en cuenta en nuestro presente y futuro.

  3. Para perdonar: Soltar la dificultad o el resentimiento y seguir adelante.

B) La adversidad como maestra de vida

Aceptar la realidad nos transforma. Negarla nos somete. De la adversidad es de lo que más se aprende. Cuando el camino es fácil, transitamos con normalidad, muchas veces de forma automática. Sin embargo, cuando la vida nos desafía, nos obliga a aferrarnos a nuestras fortalezas y a vivir con más intensidad.

No sabemos cuán fuertes podemos llegar a ser hasta que enfrentamos una experiencia en la que nuestra única opción es ser fuertes.

A menudo, no somos conscientes de todo lo que somos capaces de resistir, superar, afrontar o esperar, hasta que la adversidad nos pone a prueba. Es en esos momentos cuando descubrimos nuestra verdadera fortaleza.

Perdonar no siempre es fácil, pero es posible. Y si hoy sientes que no puedes solo, recuerda que puedes pedir ayuda. Estoy aquí para acompañarte.